8 DE AGOSTO, SAN CIRIACO

El día de San Ciriaco celebramos la llegada de las tropas catalanas para conquistar la isla, ocupada por los musulmanes desde hacía siglos. Ocurrió en 1.235 y fue comandada por Gillem de Montgrí, arzobispo de Tarragona, junto a Pere de Portugal i Nuno Sanç, conde de Rosselló. La leyenda cuenta que la caída de la villa, en apariencia con mucha facilidad, fue causada por la traición de un hermano del jeque moro, como venganza por haberle robado este último su esposa…
Aprovechó una ventana de su casa que daba al exterior de la muralla para dejar pasar las tropas de los  sitiadores. En el camino empedrado que sube a la catedral, una pequeña capilla recuerda esta leyenda. Se la conoce como capilla de Sant Ciriac, y cada año, en el programa conmemorativo de la festividad, uno de los actos consiste en la visita que las autoridades de la isla hacen a este lugar, antes del acto institucional ante la estatua yacente de Guillem de Montgrí, en la plaza del Ayuntamiento.

Así, las tropas catalanas vencen la resistencia de los sarracenos, y penetraron en el recinto amurallado de Ibiza sin que el “trabuquet” (máquina de guerra para tirar piedras de grandes dimensiones) que se había traído para la lucha no hubiera echado  “más de diez piedras sobre el castillo”

La ciudad y la isla pasaron a depender de la Corona de Aragón y los antiguos pobladores islámicos fueron substituidos por catalanes, atraídos a las islas a base de privilegios y exenciones fiscales. Les permitieron regirse autónomamente por un organismo llamado “Universitat”, elegido por los mismos pobladores que vivían Ibiza y Formentera, y les ayudaron a organizarse en milicias populares para defenderse de las continuas incursiones del que sería durante muchos siglos su enemigo natural, los moros de la ribera Sur del Mediterráneo.

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