De su primera guitarra y composiciones a su traslado a París con el fin de perfeccionar sus estudios musicales, pasaron algunos años. Durante este periodo en el país vecino, toca como telonero de artistas como Lou Reed, The Christians, Al Jarreau… Sin embargo, su trayectoria artística le devuelve de nuevo a las playas pitiusas, y en los años noventa se muda a Ibiza, la que considera "un universo en miniatura".
En el transcurso de esos años su trayectoria se ha decantado por la dirección artística debido a que, como él mismo dice, "me he interesado más por la música como concepto global, sobre cómo construir arreglos, cómo funciona cada instrumento…" Por esta razón, Rafa Peletey no se define como instrumentista unidireccional porque "especializarse en un instrumento, aunque es muy loable, me ha parecido de alguna forma como pintar siempre con el mismo color cuando lo que percibe el oyente es global, como un cuadro de múltiples colores".

Sus primeros trabajos en la isla son como arreglista de artistas como Manolo Díaz, Marga Bufí, Jon Michell… y en el plano internacional comparte composiciones, arreglos y producción junto con Steve Norman (Spandau Ballet) de la banda de este último llamada Cloudfish. También producirá al grupo Quintessenza[1], de gran éxito en Italia.

Al margen de esta labor como director artístico, en su faceta como autor participa con algunos de sus temas en varias compilaciones bajo diversos seudónimos (dotcom, Funkyjack, la Mecanica) dentro de la música electrónica y el chill out[2]. Estilos donde comienza a investigar ya desde mediados de los ochenta al trasladarse a Ibiza por segunda vez.

¿Tienes algún proyecto en este momento?
"En este momento estoy preparando un álbum de pop", un estilo que le interesa y, del que doy fe, es un gran intérprete porque la voz y el delicado gusto interpretativo es la nota a destacar en los directos de este gran músico y también intelectual. Su interés por el Pop viene demarcado por una elección estética, aunque no excluyente: "el pop utiliza en cierto modo colores más vivos, y el interés va más focalizado a lo que cuentan las canciones"[3].

Además, está inmerso en un proyecto de musicalización sobre textos del salmantino Juan Mari Montes -letrista de intérpretes como Ana Belén, Malú, Cómplices, entre otros muchos-, proyecto con el que confiesa estar deleitándose debido a la importancia que le da a las palabras, las cuales, además, utiliza con gran habilidad: "una buena letra aguanta por sí sola, la música es entonces complementaria".
En esta jornada corta -pero intensa- con Rafa Peletey una tarde soleada, acompañada de los bostezos del mediodía, tengo que bajarme en la siguiente porque el tiempo apremia. Sin embargo, todavía me quedo un rato enredada en su línea argumental y pienso que el músico se define como un viajero constante al interior de sí mismo, con el fin de encontrar las palabras adecuadas, la nota precisa, el sentimiento que llame al orden a todo ese caos creativo.

En ese viaje, la creación se convierte en objetivo único e ineludible, aunque a veces lacerante. Sin embargo, se transforma en éxtasis epifánico cuando la música es domada, cuando el público muestra interés y aplaude emocionado al final de ese viaje… y a deshacer de nuevo las maletas, para llenarlas de nuevos pensamientos que acompañen la próxima encomienda: la siguiente canción. Un tema que, propio o ajeno, ha de ser interpretado como si no hubiera otra oportunidad de expresar lo que cuenta.
Si la curiosidad no deja de perseguiros no dudéis en pasaros alguna noche por el Teatro Pereira, desde antes de la media noche hasta altas horas de la mañana. Podréis deleitaros con la voz e interpretación de Rafa Peletey[4] y de otros artistas de gran valía artística y humana. Posiblemente me encontréis por ahí.
Nela Escribano entrevista a Rafa Peletey.
(16 de noviembre de 2007)