SA PENYA ESBARRADA, UN RINCÓN INQUIETANTE DE IBIZA

En un pinar, junto al acantilado y con ses Margalides abajo, se encuentran los restos de una antigua casa musulmana en la que vivir debió ser una auténtica maravilla, sobre todo porque no debía haber gran cosa más en kilómetros a la redonda. Sa Penya Esbarrada, que toma el nombre del lugar, es un yacimiento de 1.500 metros cuadrados que en 2006 fue protegido con una valla y señalizado.

Hace ahora cuatro años, la Conselleria de Patrimonio –hoy Política Patrimonial y Agrícola– se gastó 51.446 euros para proteger con una valla y señalizar las ruinas de la casa musulmana medieval de sa Penya Esbarrada, y firmó un convenio con el Ayuntamiento de Sant Antoni para promocionar una ruta turística que incluyera el yacimiento, la iglesia de Santa Inés y ses Torres d’en Lluch.

Pero las instituciones cambian de personas y de partidos y la mitad de los proyectos que se anuncian quedan a veces relegados al olvido, aunque, a decir verdad, ya cumplieron su función a corto plazo: ser noticia.
 
Lo cierto es que el ahora vallado yacimiento de sa Penya Esbarrada no es precisamente el más conocido de las islas, y quedaría lejos de ninguna parte si no fuera porque el restaurante Can Jordi está justo al lado, sobre el acantilado desde el que se contemplan los peñascos inhóspitos de ses Margalides, en la zona de es Barrat d’en Jordi, que ahora mucha gente la conoce como “las Puertas del Cielo”.

En las piedras alineadas y amontonadas de sa Penya Esbarrada se puede intuir lo que la información de un panel nos invita a dibujar mentalmente bajo los pinos: un edificio de planta aproximadamente rectangular, con un patio central alargado y estancias en cada uno de los lados principales de la construcción. También se observa un camino y toda una serie de lo que debieron ser estancias auxiliares, delante del cuerpo principal. Se supone que fueron corrales y almacenes.

Quienes han estudiado y analizado estas piedras de nuestra historia creen que son las ruinas de una casa payesa de época musulmana que probablemente estuvo habitada desde el siglo XII y hasta, más o menos, las fechas de la conquista catalana, en el año 1235. Con un poco de imaginación, los muros se levantan piedra a piedra y uno puede hacerse una idea de cómo construyeron su vida en ese rincón del mundo sus moradores. Un paraje tan tranquilo como inquietante, que los días de tormenta debía ser la versión costera de ‘Cumbres borrascosas’.

C.A.T.

+ INFO: www.ibiza-secrets.com

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