Hasta el minuto 21 las gradas de Can Misses se habían volcado con su equipo, intentando que los jugadores encuentren la ruta del triunfo, tras la destitución de Rubi. Pero en este fatídico minuto el descontento fue contra el colegiado que se inventó un penalti, después de un forcejeo fortuito con el central Castillo. Tras la ejecución de este penalti, los rojillos tuvieron cuesta arriba dar la vuelta el electrónico.

Se encontraron con una fortalecida zona defensiva de los visitantes y a pesar de los esfuerzos y la disposición de los jugadores por hacerse con el ritmo del partido, el Lleida se plantó firme, especialmente en la defensa que limitó a cero las incursiones con peligro de los locales.

Tras la reanudación del partido, más de lo mismo, la pelota fue intensamente disputada, así como el planteamiento táctico de los visitantes que ahogaron la posibilidad de recuperación del Ibiza-Eivissa. El ingreso de Raúl Garrido oxigenó la zona de ataque y después de un susto y una atajada felina del portero local en el minuto setenta, el Ibiza–Eivissa desplegó todas sus fuerzas tornándose el partido duro y tosco. El descontento del graderío era latente y el colegiado fue el centro de todas las pifias. Y cuando ya parecía que se extinguía la ilusión llegó el agónico gol en el minuto 83. Con el 1-1, el Ibiza intentó el triunfo pero su reacción ya fue tarde. Recuperó un punto y conserva el penúltimo puesto de la clasificación.

Infranqueable defensa del Lleida

Por Efrain Espinoza

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