LOS CUATRO REYES MAGOS
Artabán, el cuarto Rey Mago
El próximo 5 de enero tiene lugar en Ibiza y en ciudades de muchos países del mundo la tradicional Cabalgata de Reyes. A los populares Mechor, Gaspar y Baltasar se le añade, según algunos estudiosos un cuarto Rey Mago: Artabán.
Este cuarto Rey Mago, originario del Monte Uchita, nunca llegó para adorar a Jesús al pesebre donde había nacido. Tenía dones espirituales y a través de la lectura del oráculo consiguió enterarse de la llegada de El Redentor.
Junto con Melchor, Gaspar y Baltasar, Artabán había hecho planes para reunirse en Borssipa una ciudad antigua de Mesopotamia desde donde iniciarían el viaje para adorar al Elegido. El cuarto rey llevaba consigo gran cantidad de piedras preciosas para ofrecérselas al Mesías, pero cuando viajaba hacia el punto de reunión, encontró a un anciano enfermo, cansado y sin dinero.
Los cuatro Reyes Magos
Entonces, el cuarto Rey Mago se vio encontró con un dilema: ayudar a este hombre o continuar su camino para reunirse con los otros reyes. Si decidía quedarse con el anciano, perdería tiempo y los otros reyes no tendrían más remedio que abandonarlo. Pero Artabán obedeció a su noble corazón y decidió ayudar a aquel anciano para, después, emprender su camino Belén. Sin embargo, al llegar, el niño ya había nacido, y sus padres José y María habían huido rumbo a Egipto, escapando de la matanza que había ordenado Herodes.
El cuarto Rey Mago emprendió su viaje siguiendo los pasos del Niño Jesús, pero por donde él pasaba, la gente le pedía ayuda y el, atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar que el cargamento de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía sin remedio en su andar.
Treinta y tres años después, el viejo y cansado Artabán, llegó al monte Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que decían era el Mesías enviado por Dios para salvar al mundo. Con solo un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a cualquier cosa, justo en el momento frente a él se apareció una mujer que era llevada a la plaza para venderla como esclava y pagar la deuda de su padre, Artabán entrego la piedra preciosa a cambio de su libertad.
Triste y desconsolado se sentó junto al pórtico de una vieja casa y en ese momento la tierra tembló y una piedra golpeo su cabeza, moribundo y con sus últimas fuerzas, el cuarto rey imploro perdón por no haber cumplido su misión de adorar al Mesías. En ese momento, la voz de Jesús se escucho con fuerza: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste, Artabán, agotado preguntó ¿Cuándo hice yo esas cosas? Y justo en el momento en que moría, la voz de Jesús le dijo: todo lo que hiciste por los demás lo has hecho por mí, pero hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.
Por Medea O. Nodine
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